Un artículo muy divertido publicado en la seccíon de opinión de graffiti.com.co por mi amigo César Pérez. Disfrútelo!
QUE CASUALIDAD
Sobre la suerte se pueden decir muchas cosas, en la columna de esta semana he querido abordar este tema desde una nueva perspectiva nunca antes vista. No he querido hablar de la suerte típica, de los brebajes con cabezas de gato, de las patas de conejo ni de los riegos y baños con leche y champaña. Tampoco he querido abordar la suerte como la Fortuna de la mitología romana, aunque la diosa del azar tendría mucho que ver con el tema a tratarse esta fría tarde de septiembre. Como marco teórico al presente documento, informo al lector que durante toda mi vida mis encuentros con la suerte fueron de lejitos. A los 12 años me gané un juego de ollas que rifaba una vecina, muy finas eso si, pero que no me sirvieron para absolutamente nada, pues fui expropiado de ellas por mi mama inmediatamente me fueron entregadas, solo hasta hoy soy capaz de denunciarlo públicamente, ¿leíste mamá?. Un año después me gane un pollo en un recreo del colegio, pero teniendo en cuenta que no me gusta el pollo, demos por hecho que la suerte no estuvo de mi lado en aquella fatídica ocasión en que mi papá me obligó a comer pollo dos días seguidos. Es por ello que quiero hacer claridad entre ser amigo del azar y ser amigo de la suerte. Es posible que personas como yo no hallamos sido ungidos con la poder de encontrarnos un billete de diez mil pegado del zapato, pero desgraciadamente si gozamos de extraordinarias virtudes a la hora de caer en garras del azar. Para ilustrar ello doy dos ejemplos clásicos: Son las 4 de la tarde un domingo de mayo del 87 (mes en que a todo el mundo lo ponen a hacer la primera comunión), hay un niño hermosísimo de seis años, que soy yo claro, sentado en la segunda fila comiendo crema de vainilla con galleta Wafer y “Gonocoquito” el payaso da por entendido que necesita un voluntario para el siguiente número, es el momento para darse cuenta que nadie podría ser mas desgraciado en ese momento que aquel que sea señalado como el merecedor de tan horrible privilegio, miro a mi mama con cara de desesperación, esperando consuelo, que alguien lo saque de ese lugar y mi madre, aquella que me dio la vida y dice amarme, hace ademanes con las manos de “que hubo pues, salga mijo que usted es de lo mas avispadito”, nuevamente solo hasta hoy soy capaz de denunciarlo públicamente, ¿leíste mamá?. y cuando estoy a punto de salir clandestinamente para el baño mas cercano, soy visto por el payasito, es suficiente, no quiero acordarme de mas, de nuevo soy victima del azar mas no de la suerte, de treinta y cinco niños me he ganado el merito de ser ayudante del payaso... Es clase de 11:00, sorpresivamente llega el profesor de termodinámica, pregunta si leímos algo sobre entropía, todos bajamos la cabeza, se da cuenta que nadie leyó nada, mira al primero de la fila y le dice que diga un número del uno al cien, dice cuatro, el profesor lo eleva al cuadrado le saca la raíz cuarta, lo suma con la fecha, lo divide entre cuatro nuevamente y le suma uno, posteriormente dice “Señor Pérez, se lo ganó, cuénteme algo sobre entropía”, nuevamente el azar esta de mi lado, pero la suerte esta cada vez mas lejos. Creo que es por ser tan buen amigo del azar que últimamente ando tan azarado, ayer me regalaron un velón de siete colores y sinceramente tengo miedo de prenderlo, nadie sabe que podría pasar, mi mamá me dice que se lo prenda al Divino Niño, pero después de ciertos incidentes pasados no confío mucho, en ella claro esta, en realidad no quiero desatar la furia de Dios por ofrecerle tan colorido sacrificio, es por ello que he renunciado a la suerte y tan solo espero lo que halla de venir para mi, que por lo visto es bueno, por lo menos no me ha pasado nada desde que empecé a escribir hasta ahora que he terminado.
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