Escrito para BEAN.COM - 2003“Tan Chistoso el Boti”, es lo que acostumbran a murmurar muchas personas cuando me conocen. En cualquier evento, fiesta o reunión me encanta hablar, contar anécdotas o crear historias que por más seria que sea mi intención, terminan en comentarios y risas de los comensales, convirtiéndose en antológicas piezas de humor cuando muchas veces eso no es lo que busco.Y como la paja no solo se hace y se habla, sino que se escribe, fui elegido por dedocrática decisión sin derecho a reclamo, para alimentar esta columna en el portal de BEAN.“Escribí algo”, me dicen. “Vos hablas mucha mier…., escribila”. Y es en ese punto que comienza mi problema. Yo no se escribir.Siempre he admirado a quien se atreve a escribir y mantiene una columna por mucho tiempo. Me pregunto, de dónde sale tanto verbo??? Y ni hablar de los que escriben un libro.Yo no le he dado la espalda al ejercicio de la escritura, por el contrario, me ha acompañado desde muy pequeño, primero las planas de rayitas, bolitas, espirales y palitos del jardín infantil Psicopedagógico del Sur, luego los eternos dictados a los que la profesora Soraya del Colegio Pio XII, nos sometió en los primeros años de la primaria, siguiendo con una extensa colección de planas que durante las vacaciones nos ponía mi adorable madre a mi hermano y a mí, fundamentando que si no practicábamos se nos iba a olvidar escribir.De ahí pasamos al fructífero bachillerato, lleno de notas cochinas, insultos a compañeros, lujuriosos textos escritos en los baños con tinta indeleble, paredes y espaldares de los buses del colegió, amenazas, dibujos obscenos, nombres de grupos de rock, fragmentos de canciones, compensados con textos ridículamente románticos, inspirados en las muchachitas incipientes, patiflacas y desaliñadas que deambulaban por los pasillos de mi colegio. Nada que ver con las carnudas nalgonas y pechugonas colegialas que nos atormentan en la actualidad matando cualquier inspiración literaria y despertando pensamientos pedofílicos, logrando que la paja ya no se escriba sino que se haga.También tuve contacto con las exigentes “ayudas educativas”, conocidas como chancucos o pasteles, piezas de magnifica elaboración en diferentes lienzos: Piel, papel, pupitres, telas, tableros entre otros.En la Universidad la cosa es diferente, pero el compromiso literario se acentúa con extensos ensayos en su mayoría inoficiosos, que buscan justificar el sueldo de algunos profesores.También comienzan los conflictos de pensamientos, ideales y se fortalecen criterios que son canalizados en textos muchas veces extensos que se quedan en una agenda, cuaderno, hojas o logran ser publicados en periódicos y revistas universitarias. Durante esta etapa tuve una bandita de rock y me aventure a escribir algunas letras, pendejas por demás, una retahíla de estupideces que comenzaban en una animada canción y terminaban en escandalosas carcajadas acompañadas por estridentes y desafinados sonidos.También me golpeó el amor y conocí a mi novia, que luego seria mi esposa y ahora la “ex”. Musa perfecta para un volcán literario que yo desconocía. La etapa de enamoramiento me inspiró muchísimo, y en una combinación de sentimientos y mucho humor, pude descargar todo eso que sentía al ser masacrado por las agudas flechas de cupido. Papelitos, papelotes, cartas, papiros, afiches, dedicatorias, tarjetas, un sinnúmero de elementos que me permitían canalizar ese amor gigante que me invadía, luego llegaron las cartas con reclamos y quejas, poniéndole el toque gris a esa relación.Finalmente, en mi etapa profesional mi contacto con las letras ha sido un poco reducido, mi actividad en el diseño industrial y gráfico me han alejado un poco de este mundo y, a excepción de algunos copys para algunas piezas publicitarias, mi vida escrita se debate entre listas de mercado, notas de recados telefónicos, encuestas en centros comerciales, boletas de Foto Japón para ganarse un carro insostenible, algunos correos electrónicos y actividades un poco mas complejas como llenar cheques chimbos, certificados de la DIAN y uno que otro mensaje por el celular.He aceptado este reto, primero porque no me dejan decir no y segundo porque quiero darme la oportunidad de reencontrarme con la literatura, esta vez no en el espaldar de un bus, en el baño de un estadio o en la columna del gimnasio del colegio sino en una columna, pero virtual, esta vez para un portal en internet. Queda.
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